«¡¡No me quiero ir!! Un ratito más…»

Familias ¿alguna vez que l@s peques de la casa se lo están pasando tan bien que no se quieren ir?

Aquí os dejo algunos consejos para manejar estas rabietas.

2. Ponte en situación:

Cuando veas que se ha iniciado la rabieta y, por lo tanto, vas a actuar para abordarla, lo primero es tomar aire. Es importante estar tranquil@ para no actuar de manera impulsiva. L@s peques deben aprender cómo gestionar este tipo de situaciones y, observando, calarán de qué manera la abordamos nosotros (con nervios, ansiedad, impulsividad, gritos y agresividad, … o bien de manera calmada, comprendiéndol@s y tratando de ofrecerles ayuda).

3. Escuchar y observar

Acércarte, ponerte a su altura y mirarle a los ojos les transmite que entiendes su enfado.

4. Mantén o Recupera el control de la situación

En ocasiones la rabieta también se presenta en modo de pataleo, para recuperar el control es importante que el/la peque salga de ese bucle.

Te planteo una alternativa que en ocasiones puede ser útil, el «Rincón de conectar»  (alternativa al rincón de pensar). Consiste en realizar una actividad o acción (respirar hondo, correr, saltar, hacer un dibujo,…) acompañado del adult@ con el objetivo de que el/la peque se vaya calmando.

Otra opción, entre otras, podría ser hacer algo que no espere. ¿Alguna vez os habéis puesto a patalear?

5. Explícale la situación aplicando Inteligencia Emocional

Una vez calmad@, explícale qué sucede, que es el momento de iros.  Como antes le habremos escuchado y observado (y además conocemos cómo reacciona y cómo se puede sentir) será importante que le expliquemos que entendemos cómo se siente y poder dar palabra a los sentimientos que transmite y/o preguntarles para que vayan siendo capaces de identificarlos. Por ejemplo, «¿Está triste? Es normal que estés triste porque te lo has pasado muy bien, pero es hora de ir a casa» y poderle explicar una alternativa de comunicación. Por ejemplo, «sé que estás triste pero, para que te pueda entender mejor, me lo puedes explicar, pedirme un abrazo,…».

Por este motivo también es importante poderles ofrecer el cariño que pueden necesitar y/o bien respetar su espacio, en función de la necesidad de cada niñ@.

6. Construid una propuesta conjunta

Probablemente aunque escuché qué es lo que «hay que hacer» no significa que esté de acuerdo. Por este motivo, una opción podría ser plantear (donde el/la peque) tenga la opción de proponer también opciones de qué es lo que sucederá después. Por ejemplo, hacer un dibujo más, tirarse una dos veces más por el tobogán,…

De esta manera hacemos que tome parte en las decisiones (en la medida que se pueda comunicar así como las opciones reales que el tiempo y la situación ofrezcan). Un aspecto importante también es adaptarlo a la edad, por lo que es importante anticipar las acciones que pueda recordar (no hace falta que le expliques que hará el resto del día, sino el momento posterior más o menos largo en función de su capacidad de orientación temporal).

7. Ser coherente con el mensaje que le damos y el entorno

La Inteligencia Emocional también aplicarla en entender que tenga tristeza por que acabe esa actividad, separarse de los amigos,… y apoyarl@. ¿Qué quiero decir con esto? Que en ocasiones es fácil escuchar mensajes como «no tienes que llorar» o «pero si no pasa nada». Es importante que sienta que le comprendas y, en esas situaciones en que el entorno le da mensajes con «poca inteligencia emocional» echemos un cable a nuestr@ peque y digamos por ejemplo «es normal que esté triste, se lo ha pasado muy bien».

Entendiendo esa situación también pasa por la posibilidad de que el/la peque no quieran despedirse o dar besos. Por ello, es importante respetarlos y apoyarlos.

1. Poner el lacito o reflexionar

¿Por qué ahora he puesto el número 1? Porque en ocasiones funcionamos cuándo ya está pasando algo (como por ejemplo el caso de la rabieta). Una vez ha sucedido y la situación está más calmada (y ha pasado un tiempo prudencial) se puede hablar de qué ha sucedido. Reflexionar cómo se ha sentido y qué habéis hecho posteriormente.
Ésto os permitirá para otras futuras ocasiones (porque probablemente vuestr@ peque tenga más de una rabieta) ir interiorizando y anticipando rutinas, así como la gestión de situaciones que son frustrantes (para l@s grandes y l@s peques).

De esta manera enseñamos a l@s más pequeños a aprender a identificar y autoregular las emociones. Este punto 1, también puede servir en otra situación (que anticipamos que puede ser fruto de otra rabieta o frustración) para iniciar por él. Es decir, podemos empezar explicando qué haremos y cómo nos podemos sentir.

Éstas son sólo algunas recomendaciones, NO hay SOLUCIONES MÁGICAS Y PERFECTAS, por lo que deberán ir variando las estrategias en función de cómo reacciona el/la peque, la situación, quién interviene en la rabieta (y posibles colaborador@s o distorsionador@s) y las posibilidades que dispongamos.

¿Qué estrategias utilizáis? ¿Cuáles os funcionan mejor? ¿Cuál no os funciona?